jueves, 5 de febrero de 2009


—Esta vida es una cosa muy cómica –dijo, echando el humo por la nariz–•
Yo hubiera hecho un hombre estupendo; pero soy mujer de los pies a la cabeza y una mujer fea. Sin embargo, me han querido muchos hombres y yo he querido también a muchos. Es cómico. Oye esto, inglés, es interesante.
Mírame; mira qué fea soy. Mírame de cerca, inglés.
—Tú no eres fea –dijo Robert Jordan tuteándola sin saber por qué.
—¿Que no? No quieras engañarme. O será –y rió con su risa profunda– que empiezo a hacerte impresión. No, estoy bromeando. Mira bien lo fea que soy. Y sin embargo, una lleva dentro algo que ciega a un hombre mientras el hombre la quiere a una. Con ese sentimiento se ciega el hombre y se ciega una misma. Y luego un día, sin saber por qué, el hombre te ve tan fea como realmente eres y se le cae la venda de los ojos, y pierdes al hombre y el sentimiento.


Ernest Hemingway/Por quien doblan las campanas

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